Con todo respeto…
Busqué algunas definiciones y la que elijo es una que dice
simplemente que viene del latín respectus,
que significa atención, consideración.
He escuchado muy seguido, hablar sobre la falta de respeto
que se observa hoy. Hablan de las crisis de valores, de la falta de
consideración hacia los otros, hacia la vida humana y la vida en general.
Cuando se refiere a personas en calidad de hijos o de
alumnos, se dice que no respetan la autoridad, que contestan o incluso que
insultan a los progenitores y a los docentes.Cuando se refiere a personas en
calidad de hinchas de un cuadro de algún deporte, o padres y madres respecto a
otras personas adultas con cierta autoridad.
Cuando se refiere a personas que están pasando por procesos
legales.
Cuando se refiere a empleados públicos, cuando destratan a
los usuarios; a médicos con pacientes; a docentes con padres; empleados con
empleadores y clientes; a sindicatos con usuarios, y en todos estos casos
aplicamos el viceversa.
Cuando se refiere a usuarios de las vías públicas y a trabajadores
que no cumplen con lo acordado y contratadores que exigen sin consideración.
Incluso a niños muy chicos, frente a sus padres.
Yo vuelvo al principio y pienso sobre los términos atención
y consideración.
La palabra respeto está en casi todas sus acepciones
vinculadas a la subordinación, al reconocimiento de cierta “superioridad” y acatamiento.
Si tomamos estas segundas. Yo me animaría a afirmar que el
respeto se está perdiendo. Que ya las personas (incluso las llegadas hace pocos
años a esta realidad) no reconocen la superioridad del otro, no acatan sin más,
sin cuestionar. El hecho de estar en cierto lugar de árbol genealógico o de un
organigrama o sistema jerárquico, por sí sólo no hace que algunas personas
respeten, acaten, toleren, se suman.
Esto en sí no es necesariamente bueno ni malo. La dicotomía
no debería distraernos de lo que para mí es lo verdaderamente importante. Es
necesario reconocer el orden, eso no es ser sumiso.
Muchos de los conceptos que ya he desarrollado en otros
escritos se conjugan acá, porque en realidad siento que siempre estamos
hablando de lo mismo, simplemente cambiamos las perspectivas.
Podemos pasarnos muuuuuuuucho tiempo discutiendo causas,
consecuencias y hacer muchas tertulias sobre cómo recuperar la autoridad y el
respeto perdido.
Yo siento que eso es mirar el problema desde lo más
superficial. Es cierto que si no hago fiebre no puedo saber que tengo por
ejemplo una infección. Si no prende la lucecita de falta de aceite del auto, no
sabría que tengo que solucionarlo.
Ahora, lo que me parece importante es que ya sea la “falta
de respeto”, la fiebre o la lucecita del tablero, si no presto atención y actúo
en consideración, no voy a solucionar realmente el problema.
Pongo más reglas, más leyes, más sanciones; doy
antipirético; desconecto la lucecita o no la miro, y el problema va a seguir
ahí.
Qué sería a mi entender prestar atención y actuar en
consideración? Poner atención implica no negar que hay un cambio en el
comportamiento, que se está gestando en general. Que en sí no es bueno ni malo;
no juzgarlo. Tomar conciencia de ello y volver la mirada sobre el origen del
desafío, que es siempre (me animo a generalizar), la persona, el ser.
Sabernos seres con valor, depende de muchas cosas, de muchas
experiencias y en un principio, siempre de la
mirada del otro; más adelante, dependerá de la mirada de cada uno de
nosotros hacia nuestro propio ser.
Como nos tratamos, tratamos a los demás y los demás nos
tratan. Eso es algo que no les pido que crean, simplemente, que pongan atención
y que verifiquen si es así.
Si no me creo importante, no es que crea que los demás lo
son más que yo, simplemente ellos van a reflejar que no me importo. Si me
insulto, me postergo, me subestimo. No voy a poder aceptar que el afuera lo
haga por mí.
El trabajo puede empezar hacia adentro, con acciones
simples. Cambiando el modo en que me hablo, las palabras que empleo. Si me
considero cuando estoy cansado, aburrido, muy feliz o super triste. Si me lleno
de experiencias reconfortantes y asumo las que no me gustan tanto, con amor
hacia mí, entendiendo que las hago por un bien mayor. Si me miro, me escucho y
me siento simplemente para poner atención. Si hago mi mejor trabajo conmigo
mismo, eso se va a reflejar hacia afuera. Puedo apagar o cambiar la tele si no
me gusta lo que veo, caminar si estoy cansada de estar sentada; puedo acostarme
más temprano o hacer un pequeño ejercicio de respiración si necesito descansar.
Puedo poner una música que tenga ganas de escuchar mientras hago alguna rutina
que me aburre un poco. Puedo llamar a alguien, pintar, cantar, escribir. No
ponerme ropa que no me resulta cómoda, pensarme más, y registrar aunque sea al
principio, cómo estoy, que siento y pienso en algunos momentos y no pelearme
conmigo. Disculparme y prometerme poner atención y tratarme mejor. Agradecerme
por considerarme.
Atención, consideración, disculpas y gracias.
Comentarios
Publicar un comentario
Antes de hacer un comentario, comparto contigo los cinco acuerdos del Dr. Miguel Ruiz: Sé impecable con las palabras; no tomes nada en forma personal; no adivines ni supongas; haz siempre lo mejor que puedas; sé escéptico.
Muchas gracias