Victimas y victimarios
Es una imagen más de la dualidad en que nos movemos.
Tiene que ver con la mirada dicotómica; con los bandos, con
los buenos y malos.
Si lo vaciamos de contenido y no nos identificamos con casos
particulares, conocidos o incluso propios, podemos pensar en llegar a cambiar
la mirada sobre esto que hoy es visto como problema y tomarlo como un desafío.
Cambiar las palabras no es vaciar de significado o contenido
un acto, es simplemente resignificarlo. Es muy importante ver cómo siempre han
existido los hechos y las experiencias a las que hoy nos enfrentamos,
simplemente que el ojo, la atención, fue puesta en otro lugar.
También tiene que ver con el cambio en las comunicaciones y
obviamente con alguna intención de orden o evolución.
Hoy el tema de la violencia en general nos atañe desde lo
particular a lo más global. Ha existido siempre y quizás siempre existirá. Lo
que podemos cambiar es en la manera de percibirla, para no tener que
manifestarla contra nosotros mismos ni contra otros.
Aceptarla e integrarla no es lo mismo que naturalizarla.
Cuando no la vemos, es cuando la naturalizamos, no le ponemos atención; cuando
la vemos, podemos re-conocerla y aceptar nuestra violencia, o nuestra capacidad
de violencia; nos ayuda a no separarla, a no ponerla afuera, a hacernos cargo
de ella; ya no necesitamos luchar, la ponemos a nuestro favor para hacernos
fuertes reconociendo nuestra “debilidad”.
El hecho de que haya más población, más conectada y más
inmediatamente comunicada, hace que la perspectiva de los hechos cambie, aunque
no creo que esas sean las únicas causas. Lo que me parece, es que si miramos
bien, hoy el conocimiento casuístico está cambiando, dada la posibilidad de
comunicación e intercambio de información, podemos ver cosas que antes nos
pasaban desapercibidas.
Quizás la mayoría de la gente siga pensando en dualidad y
crea que todo puede verse en blanco o negro. Igualmente creo que muchas
personas ya pueden ver los matices de grises y colores en los que vivimos.
Es así que vemos nobles y plebeyos; clases dominantes y
dominadas; hombres y mujeres; ricos y pobres; machismo y feminismo; ecológico y
contaminante; natural y artificial; justo o injusto.
El mundo no es ni ha sido nunca dual. Simplemente así lo hemos
concebido, pero siempre han existido todas las posibilidades.
La justicia basa sus juicios en culpables o inocentes. La
escuela en estudiosos y haraganes, en sobresalietes o deficientes..
Yo crecí pensando que mi madre era buena y mi padre malo.
Que mi abuelo era dominante y mi abuela dominada. Que yo era más inteligente si
hacía una carrera universitaria que si elegía quedarme de ama de casa.
Bien en lo profundo de estas calificaciones, de estos juicios,
está la visión de víctima y victimario. Porque desde ese lugar, ser victimario es malo y ser
víctima es feo pero bueno, o por lo menos, no malo.
Si nos seguimos formando en la dualidad, en los juicios falsos,
en la visión simplista y simplificada, pero también manipulada y manipuladora que nosotros y los que vinieron antes
se formaron con total “naturalidad”, vamos a seguir eligiendo entre víctimas y
victimarios. No vamos a poder integrarnos como personas con matices, con
debilidades que nos hacen fuertes y fortalezas que nos debilitan.
Leí que las paradojas son en realidad la esencia del
aprendizaje, que son las verdades ocultas para los que no podemos ver con
claridad.
En un sistema, al que
ponemos en el lugar de “malo” es el que nos da la fuerza para hacer lo tenemos
que hacer. El otro o la circunstancia “externa” nos fuerza a hacer cosas, a
tomar decisiones y a descubrir aspectos de nosotros mismos que de otra manera
seguirían ocultos.
Para averiguar si esto es o no válido para mí, lo que tengo
que hacer es poder analizar algunos aspectos desde una perspectiva más humilde
e ignorante de las circunstancias en que nos desarrollamos. Entender la
grandeza en nuestra pequeñez, la ignorancia en nuestra sabiduría, la salud en
nuestra enfermedad, el victimario en nuestra víctima y la víctima en nuestro
victimario.
La vida nos demuestra qué es lo mejor para nosotros y los
que nos rodean. Cuando perdemos algo “afuera” muchas veces encontramos la
fuerza “adentro” para superarlo.
Busquemos el tesoro en nosotros mismos, seamos más completos
y menos buenos. Somos nosotros, cada uno , la superación y la solución.
Comentarios
Publicar un comentario
Antes de hacer un comentario, comparto contigo los cinco acuerdos del Dr. Miguel Ruiz: Sé impecable con las palabras; no tomes nada en forma personal; no adivines ni supongas; haz siempre lo mejor que puedas; sé escéptico.
Muchas gracias