El espejo

Mucho se ha escrito sobre el espejo.
En la mitología, con Narciso viendo reflejada su imagen en el lago
En los cuentos clásicos, Blancanieves por ejm.,  quien no recuerda a la madrastra haciendo la gran pregunta día tras día. Alicia en el país de las Maravillas, pasando por el espejo a mundos desconocidos.
En las películas,  por ejm en las de terror, las de vampiros, de magia y las policiales, lo recuerdo mucho en Divergente,  como la más reciente en la que se marca mucho su poder.
En la diversión, con los caleidoscopios y las salas de espejos.
En la física, con la construcción de las lentes, para generar energía…
En seguridad para ver dónde no llegamos con la vista.
En el Feng Shui para el buen uso de la energía.
Se ha hablado, escrito y usado el recurso del espejo para explicar y mostrar muchos conceptos.
Se ha usado para asustar, para decorar, para protección, para deformar, para escapar, para ver hacia atrás o desde atrás, para divertir.
En fin, también para entender. Nuestro propio rostro solamente nos es visible a través del reflejo.
Nuestras acciones, intenciones y accesos que nos son ocultados,  también se supone que solamente pueden hacerse visibles  través del espejo.
El espejo físico nos ayuda a vernos superficialmente, nuestro cuerpo físico, nuestro aspecto y con un poco de aumento, también veremos algún que otro detalle.
Nuestro entorno también nos refleja, al igual que los espejos. Podemos “vernos” en las personas y objetos que nos rodean.
Se han realizado estereotipos respecto a los objetos. Se supone que también los otros nos ven a través de esos  objetos, Nos refleja el trabajo que realizamos, la familia que tenemos, la casa, el lugar donde vivimos, si tenemos también el auto. La ropa que usamos, los zapatos, las actividades recreativas, los amigos, etc.
Incluso la decoración que utilizamos habla de nosotros, la música que escuchamos, las películas o programas que vemos, el cuadro que alentamos, las palabras y el modo que utilizamos, el uso que hacemos del tiempo libre, los libros que leemos, los temas que nos interesan,  la manera de peinarnos y de adornarnos.
“La imagen es todo”, “lo que hay es lo que ves”, “quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra¨…
Muchos “dichos “ hablan de la imagen y de su reflejo.
El reflejo del otro pueden decir que es nuestro reflejo, que nuestra “realidad” es nuestra creación.
Me llevó varias experiencias y no sé si legué, a entender que “el otro es mi espejo”.
Los hijos son un espejo. Especialmente en los primeros años de vida. El mecanismo consistiría en mostrarnos nuestros sentimientos no expresados  (a nosotros mismos, no es necesario hacerlo público).  Lloran si nos angustiamos y no lo hacemos consciente. Tienen fiebre si nos enojamos y no nos damos cuenta. Nos hacen escándalos  cuando no les damos la atención que inconscientemente  creemos que tenemos que darles. Se enferman si nos queremos quedar en casa. A veces hasta se “vuelven invisibles” para no hacer llegar a los extremos  a unos padres que no pueden sostenerlos emocionalmente. Hay teorías que sostienen que los niños son sanos, simplemente nos muestran lo que no podemos ver o no recordamos. Hay otros casos más claros y más sacrificados sobre lo que son capaces de hacer para espejar.
También vemos en nuestros “otros contactos” lo que no podemos ver en nosotros mismos.
Admiramos en otros lo que admiramos en nosotros y rechazamos en otros lo que rechazamos en los otros.
Una pregunta, por qué? Porque es más fácil verlo afuera, porque en general no sabemos mucho de nosotros mismos y así nos podemos ayudar en el proceso de reconocimiento,
Nos vemos de a partes, no tenemos muy integrado el concepto que somos un todo en lo individual y en lo colectivo. “Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”
No es de las experiencias más agradables al ego, ver que somos discriminadores, egoístas, perezosos, victimarios y víctimas,  etc. Lo que nos ayuda a sobreponernos es que además  somos generosos,  solidarios, amorosos, proactivos, etc.,
LA RECETA
Lo que resulta interesante es que no tenemos que hacer nada. Somos todo y simplemente si lo reconocemos es posible que nadie de afuera tenga que venir a mostrárnoslo. Podemos elegir qué aspecto resaltamos y usamos y listo. Sin juzgar y culpabilizarnos, simplemente hacernos responsables.
 AL PIE
Mi último descubrimiento, me muestra algo que no lograba entender. Más allá de que yo veo mi reflejo en el otro, no significa que el otro está viviendo eso que me muestra.
Por ejemplo, veo alguien que discrimina y creo que siente odio por la persona que está siendo objeto del juicio. Sin embargo es posible que la persona simplemente esté emitiendo un juicio sin sentir odio. Lo que se puede estar reflejando es MI odio al juicio de quien discrimina.
Puedo ver a alguien triste por alguna razón y sentirme yo más triste que lo que esa persona realmente lo vive.
Puedo abrazar fuertemente a alguien porque creo que necesita un abrazo y se ser YO quien realmente lo necesita.
Quizás esa sea una explicación por la que pretendo que los demás hagan lo que yo sugiero, pensando que es lo mejor, cuando en realidad es solamente lo MEJOR PARA MI.
Por eso a veces surge la frase “yo lo hice por ti”, ante algún reproche. Porque en realidad lo hice “por mi”.
Algo para pensar, vivir y experimentar









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