Ser o parecer, he ahí el problema


 Cuando pienso en el sufrimiento que observamos en los jóvenes y adolescentes, pienso que de lo que “adolecen”, lo que les duele, es ser. Ser diferentes, ser únicos, ser queridos, ser rechazados, ser lindos, feos, estudiosos, perezosos, rebeldes, sumisos…
A los adultos nos duele parecer; parecer adultos, maduros, responsables, conformes, amorosos, pacientes, eficientes, pudientes, videntes, coherentes, seguros.
La dualidad en la que  muchos vivimos nos mantiene en los extremos y hoy más que nunca el deber ser nos mantiene a todos por igual, en conflicto interno permanente.
Las pruebas que hacemos para sobrevivir a este mundo al que cada vez le entendemos menos, las reglas no nos están resultando ni a los adultos ni a las generaciones más jóvenes y mucho menos a los niños.
La medicación y drogas legales e ilegales son consumidas a granel y cada vez con mayor descontrol, indiferencia y sin lograr los objetivos deseados.
Se trabaja más, se alejan cada vez más los miembros de las familias, desde edades más tempranas y por más tiempo. 
Cada uno va a sus tareas, horas de oficina, horas de colegios y guarderías, horas de televisión, internet…
Parece que se nos acaban las ideas, mientras ponemos cada vez más reglas, cada vez las incumplimos más, aumentamos los castigos y los castigados y nada parece detener la contaminación generalizada en nuestra vida.
Parece que siempre corremos en desventaja. Más vacunas, más enfermedades; menos libertades, más control externo y más descontrol interno… Más evaluaciones y menos resultados.
¿En qué fallamos? Yo creo que en reconocer que fallamos. ¿Qué podemos hacer? Algo diferente. Pensar que si seguimos haciendo lo que hacemos, vamos a obtener otros resultados es propio de necios.
Si logramos enfrentarnos a nuestros propios miedos y prejuicios, desprogramarnos para vernos con honestidad, hablarnos desde el corazón y disponernos a vernos completos, con las dualidades formándonos y conformándonos. Integrándonos;  primero internamente, en nosotros mismos, para luego poder hacerlo hacia afuera y con todo y todos, quizá  podamos empezar a ser sin condiciones y así poder guiar y ser guiados entre todos para dar un salto cuántico que nos lleve a nuestra esencia individualmente y como humanidad.

Si el problema somos nosotros, tenemos todas las de ganar, porque también la solución la tenemos en nuestras manos.

Alicia García Leites
DEmCo

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